“Muéstrame la senda correcta, oh  Señor; señálame el camino que debo seguir” (Salmo 25:4 NTV).

Cuando David y yo estábamos recién casados, nuestros autos no tenían sistema de navegación. Ansiosa por ejercer mi nuevo papel como asistente de mi esposo, aprovechaba la oportunidad de ayudarlo dándole instrucciones cada vez que iba a un nuevo lugar. Solo había un problema. No soy buena navegante. De hecho, mis indicaciones nos hacían perdernos. Y seguido.

Incluso con una aplicación de mapas en mi teléfono, siempre nos pasábamos los cambios de dirección y las salidas correctas de la autopista. David, a quien le gusta llegar a tiempo, finalmente dijo “basta” cuando llegamos bastante tarde a una cita. Mis instrucciones equivocadas nos hacían ir en círculos.

No solo me despojaron de mis deberes de asistente de navegación, sino que pronto otra mujer me reemplazó. No era pariente ni siquiera una amiga de confianza de la familia. Sin embargo, la veía influir sobre las decisiones de mi esposo, y me molestaba un poco ver cuánto le agradaba a él.

¿Quién era este intrusa desvergonzada y ladrona de empleos? Ni siquiera tenía nombre. Era la voz del sistema de navegación en nuestro nuevo automóvil. Y hasta el día de hoy, reside en el tablero. Conquistó el corazón de mi esposo como recurso favorito para obtener direcciones.

Admito que la “Chica Tablero” rara vez se equivoca. Así que es difícil no simpatizar con ella. Nos avisa de los peligros y desvíos del camino, y cuando escuchamos sus instrucciones, llegamos adonde debemos ¡a tiempo! Ella y yo ahora coexistimos con bastante paz ya que ha demostrado ser más una ayuda que un obstáculo para nuestro matrimonio, sobre todo en los viajes largos por carretera.

Con nuestros autos y en la vida cotidiana, a veces es fácil salirse de la ruta. Es fácil perderse.

Como seguidores de Cristo, el camino que estamos llamados a recorrer puede estar lleno de circunstancias e incluso personas difíciles. Si no obtenemos nuestras indicaciones de una fuente confiable, terminamos en lugares que podríamos haber evitado. Cuando tomamos nuestra propia ruta, nos complicamos la vida a nosotros mismos y a los demás sin necesidad. Tenemos conflictos con amigos, seres queridos e incluso extraños porque nos desviamos demasiado del camino de Dios (Proverbios 4:26–27).

Por el contrario, si buscamos al Señor en todos los asuntos, Él promete dirigir nuestro trayecto y evitar que tomemos la dirección equivocada (Salmos 16:11; Proverbios 3:6). Él equipa a Sus hijos con el mejor sistema de navegación posible a través de Su Palabra (Salmo 119:105), y proporciona acceso ilimitado a Él a través de la oración y la presencia de Su Espíritu Santo.

En el Salmo 25, el rey David entendió el beneficio de buscar la guía de Dios. Confiaba en que el Señor lo guiaría con amor y fidelidad inagotables (Salmo 25:10), y dependía de esa dirección para encontrar su camino en la vida.

Dios ofrece sin costo Su dirección, y no tiene que avergonzarnos en lo más mínimo admitir que necesitamos Su ayuda.

Si hoy en día usted se ha alejado demasiado de Dios o siente que quizás esté perdido, no se desanime. Solo necesita algunas buenas indicaciones o tal vez corregir el rumbo. El Señor es generoso y lo ayudará con Su sabiduría cuando no sepa qué camino tomar o cómo vivir, pensar, actuar y hablar. Lo único que necesita usted hacer es pedir (Santiago 1:5).

No importa cuán perdido crea estar, su Creador conoce su ubicación exacta. Y Él nunca lo dejará abandonado.

Abra su Biblia, escuche la voz del Señor y camine con valentía en la fe. Confíe en que cuando Dios lo orienta, ya se ha adelantado para preparar el camino. Ve los peligros y las distracciones que se avecinan y sabe cuándo quizás deba dar una vuelta en U o tomar un desvío. Él nunca lo abandonará (Deuteronomio 31:8) y siempre lo guiará por el mejor sendero para su vida (Salmo 32:8).

 

CHRISTINA KIMBREL es la gerente de producción de VL. Tras pasar por la cárcel, ahora lleva esperanza a quienes están cautivos de sus circunstancias presentes y pasadas compartiendo el mensaje de sanación que encontró en Jesús.