Cuando la gente me conoce, no pueden imaginarse el tipo de pasado que dejé atrás. Algunos me aceptan; otros me rechazan como si mi pasado fuera un tatuaje que ha marcado mi vida para siempre. Afortunadamente, Dios nunca me ha rechazado.

Llegué a los Estados Unidos desde Puerto Rico a la edad de 31 años. Tenía muchos sueños. Fueron cancelados por Dios, quien tenía un mejor plan para mí (Jeremías 29:11).

Me convertí en una mujer profesional y próspera. Pero por den­tro, estaba sola, seca, vacía y desesperada por una nueva forma de vida. Era divorciada tres veces y tenía dos hijos por hombres diferentes. Sufrí mucha soledad y pena en un país nuevo y extraño mientras criaba sola a mis hijos.

En 2011, conocí a Fred, quien me invitó a asistir a su iglesia cristiana. Acepté su invitación, compré una Biblia y un traje decente, y me presenté en su iglesia el domingo siguiente. Esta iglesia estaba llena de personas que hablaban otro idioma y cuyo tono de piel era diferente al mío. Aun así, me sentí cómoda allí.

En cuestión de meses, todo cambió para mí. Acepté a Jesu­cristo como mi Señor y Salvador y comencé a estudiar la Biblia. A través de su Palabra, Dios me enseñó una nueva forma de vivir. También me dio un marido cristiano en Fred. Hemos estado feliz­mente casados por seis años.

En 2015, el Señor me mostró, que podía usar mi pasado dolo­roso y mis divorcios para ayudar a otras personas que enfrentan esa misma situación. Juan 4 cuenta una historia interesante sobre una mujer que tuvo un encuentro personal con Jesús en un pozo.

Esta mujer había tenido cinco maridos y vivía con un sexto hombre sin casarse. Jesús, en contra de la costumbre de su pueblo, habló con ella y se le reveló como el Mesías. Él era el agua viva que podía salvarla de vivir una vida vacía.

Ella le creyó, dejó su cántaro de agua junto al pozo y corrió para contarle a la gente del pueblo. Muchos lo aceptaron como su Sal­vador. A través de la historia de esta mujer, Dios me mostró que Él podría usarme para compartir las buenas nuevas de Jesús también. Él puede usar el pasado complicado de cualquier persona para su gloria.

El Salmo 40:1–3 NTV describe con precisión el rescate que Dios realizó en mi vida cuando yo tenía 40 años.

Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación…. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y que­darán asombrados; pondrán su confianza en el Señor.

Dios ha sido muy bueno conmigo. Tal como hizo con esa mujer en el pozo, así envió a su hijo Jesús a rescatarme de una vida vacía. Él me dio su Palabra, el agua viva, y sació mi alma sedienta. Tal vez hoy, tú tienes sed. Tal vez necesitas estabilidad y una nueva forma de vivir. Sé que el verdadero cambio solo se logra a través de una relación con Jesús y el conocimiento de su Palabra. La Biblia, si la aplicas a tu vida, la cambiará de adentro hacia afuera, incluso aunque tus circunstancias nunca cambien. Es tu camino hacia la esperanza y el catalizador para el cambio.

Encontrarás consejos buenos, promesas sólidas, y consuelo en medio del dolor. La Palabra de Dios ha sido una fuente de fortale­za para mí y para las miles de madres solteras, mujeres divorcia­das, y viudas a las que ahora ministro en 65 países a través de mi ministerioSamaritana del Pozo.

Si te has encontrado solo, rechazado, y viviendo una vida vacía, debes saber que nunca es demasiado tarde para que Dios enderece los caminos malos. Él es el dador de muchas oportuni­dades. Él no quiere que nadie perezca, sino que todos tengan vida eterna y abundante en Él (2 Pedro 3:9; Juan 10:10). Dios se glorifica a sí mismo al rescatar, usar, y prosperar a las personas con pasados complicados. Y Él está listo para glorificarse a través de ti.