Mi esposo y yo estábamos terminando de preparar la mudanza. Todo había ido bien hasta ese momento, pero de pronto estábamos en un impasse físico y mental. El camión de mudanzas que habíamos alquilado estaba cargado, pero todavía había tanto por hacer, antes de salir y tomar el camino que nos trasladaría adonde sentíamos que Dios estaba llevando a nuestra familia.

Decepcionados, entramos a la casa y nos dejamos caer al piso. No había muebles, solo unas pocas cosas dispersas por el living. Una sopapa. Herramientas. Las camas de los perros. Elementos de limpieza a medio usar. Un chaleco salvavidas. Cajas de la revista Victorious Living. Y un montón de llaves que solo Dios sabe de dónde eran.

Tim y yo nos mirábamos con la vista perdida, cuando inesperadamente se precipitaron dos amigos por la puerta. Se rieron de nuestro estado calamitoso y el caos que nos rodeaba (como solo se permite hacerlo a los amigos) y nos dijeron: “¿Por qué están sentados ahí ustedes dos? No hay tiempo para descansar. Levántense. Tienen mucho trabajo que hacer antes de la última recorrida con los compradores a la mañana”.

Luego dijeron algo maravilloso: “¿Qué podemos hacer para ayudar?”.

Al darse cuenta de que Tim y yo estábamos demasiado cansados para responder, nuestros amigos tomaron la iniciativa: “¿Por qué no empezamos por sacar la basura?”.

Ah, sí, la basura. Nos estábamos mudando en un fin de semana con feriado y como los contenedores de residuos y las organizaciones de caridad locales estaban cerrados, las cosas que no  necesitábamos se habían apilado en el garaje.

Se pusieron a trabajar rápidamente, cargando nuestras desagradables bolsas de basura, muebles rotos, cajas de cartón, equipos deportivos viejos y sabe Dios qué más en el piso de su camioneta. Después, juntaron los muebles que habíamos separado para donar y prometieron volver al día siguiente para llevarlos a Goodwill.

Una vez fuera de la casa las cosas que no queríamos o no necesitábamos, ocurrió algo increíble: ¡De pronto podíamos ver! Podíamos darnos cuenta de qué cosas deshacernos, qué cosas guardar y qué hacer después. Y pudimos respirar. Desapareció esa sensación de estar abrumados y encontramos las fuerzas para continuar.

Esta situación me hizo reflexionar sobre los impasses que tenemos en la vida. Tal vez como Tim y yo, usted ha caído agobiado por el peso de sus aflicciones y al principio, no puede ver el final. Se siente atascado y exhausto y no es capaz de descubrir el próximo paso.

¿Puedo hacer por usted lo que nuestros amigos hicieron por nosotros? ¿Puedo irrumpir y decirle con cariño: “¡Levántese! Dios no acabó con usted todavía. Aún hay mucho que Él quiere hacer con usted.”?

Pero hacer cualquier cosa puede parecer una tarea demasiado grande justo ahora. Si es así, tómese un momento para sentarse tranquilo con Dios. Pídale que revise las habitaciones de su vida y que le ayude a detectar qué está estorbando su visión, robándole las fuerzas y frenándolo. Ore como el Rey David lo hizo en el Salmo 139:23–24: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno”.

Dios tiene un destino para usted, un propósito para su vida. Pero para llegar a eso, tiene que eliminar los escombros: cosas como relaciones tóxicas, pensamientos orgullosos o lascivos, los sentimientos negativos y los hábitos destructivos. Este proceso de eliminación tomará trabajo y no será sencillo, pero no es algo inesperado.

Lo que sí puede ser inesperado es que cosas valiosas, cosas buenas, tal vez también deban dejarse de lado: cosas como personas, bienes materiales, compromisos, ministerios e incluso también carreras profesionales. No todo ni todos pueden ir al lugar donde Dios lo está llevando. Deberá tomar ciertas decisiones y hacer sacrificios que le duelan. Pero entonces, el peso de su carga  comenzará a aliviarse. Podrá respirar nuevamente. Las manos débiles recobrarán la fuerza y sus pies comenzarán a caminar rumbo al propósito que Dios tiene para su vida. Y es ahí cuando finalmente habrá lugar para que Dios ponga Sus cosas nuevas en su camino.

¿De qué cosas debe deshacerse para que Dios pueda hacerlo avanzar hacia Su plan perfecto? Confíe en Él y haga el cambio.