Mi hija y yo estábamos sentadas en el piso, afuera de su habitación. Hablaba bajo y le corrían las lágrimas por las mejillas. “Mamá”, me dijo llorando, “no quiero apagar la luz. Cuando lo haga, será la última vez. Este ha sido nuestro hogar durante diez años. Ya sé que mudarse es toda una aventura, pero no quiero despedirme de todos estos recuerdos. Cuesta mucho y es demasiado difícil”.
La abracé y le sequé las lágrimas. Yo también amaba nuestra casa, pero esta mudanza no fue tan difícil para mí. Ya me había mudado antes y sabía que encontraríamos un nuevo ritmo de vida en nuestro nuevo hogar. Solo la experiencia y la fe constante le darían a mi hija la perspectiva de que los cambios pueden ser buenos. Mi esposo y yo tranquilizamos a nuestros hijos: “Vivamos donde vivamos, somos una familia”. Seguiríamos compartiendo juegos de mesa, películas y comidas. Y seguiríamos teniendo muchos platos para lavar.
Hace poco estuve estudiando la historia de Noé en el Génesis. Noé y su familia experimentaron un cambio como ninguna otra familia del planeta. Imagínese comenzar una nueva vida después de semejante diluvio. ¡Está en un lugar nuevo y los miembros de su familia son las únicas personas que quedan en la Tierra!
Aquí hay algunas claves que le permitieron a Noé salir airoso y que nosotros también podemos usar en momentos de cambio en nuestra propia vida.
Tener una relación intensa con Dios. Génesis 6:9 dice que Noé “anduvo fielmente con Dios” (NVI). Cuando anda con Dios, llega a conocer a Dios. Antes de toda la locura de construir un arca, recolectar animales y navegar en esa arca por tanto tiempo, Noé le había sido fiel al Señor. Del mismo modo, el Señor le había sido fiel a Noé. Esto facilitó el cambio. Noé sabía que podía confiar en Dios.
Seguir los mandamientos de Dios. En Génesis 7:5, vemos que Noé “hizo todo de acuerdo con lo que el Señor le había mandado”. Al mundo de Noé—muy parecido al nuestro—no le gustaba obedecer las leyes y mandamientos de Dios. Pero la obediencia de Noé se tradujo en la salvación de la vida de su familia. La obediencia nos permite recibir las bendiciones.
Tener paciencia en momentos de cambio. Noé y su familia habrán sentido cansancio después de flotar en esa nave durante esos muchos meses. Y luego tuvieron que esperar otros cuarenta días hasta que bajaran las aguas. ¿Noé abrió la puerta rápidamente y saltó del arca apenas dejó de moverse? No, envió una paloma para ver si la tierra estaba seca; no una, sino dos veces. Tuvo paciencia, siempre confiando en que Dios estaba preparando su nuevo hogar.
Esperar los arco iris. Los nuevos comienzos son difíciles y a veces, dolorosos. Busque el lado bueno. Aférrese a las promesas de Dios. Espere el arco iris. “He colocado mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra” (Génesis 9:13 NVI). Dios demuestra Su bondad y fidelidad en todas partes. Busque Sus arco iris en la sonrisa de sus amigos, en la belleza de la puesta de sol, en la risa de un niño y en el calor del sol.
Me alegra decir que nuestra casa nueva ha sido una bendición increíble para nuestra familia. Dios ya sabía que esta casa nos encantaría. Sabía que íbamos a gestar nuevos recuerdos y a ver nuevos arco iris. Sobre todo, Dios sabía que continuaríamos adorando a nuestro Señor, viviéramos donde viviéramos.
Enfrente los nuevos comienzos como lo hicieron Noé y su familia: con fe, confiando en el amor y la fidelidad de Dios. El Señor siempre tiene planes nuevos a la vista para Sus hijos.