Sesiones individuales de bienestar para el alma
por Linda Cubbedge-Smith

Hacía más de 18 meses desde que me había caído de mi caballo, lastimándome el manguito rotador. Me habían operado y fui a kinesiología. Pero para volver a montar a caballo, sabía que tenía que recuperar fuerza en brazos y piernas. El gimnasio era la respuesta, así que me anoté en clases individuales.

Una mañana le estaba contando a Jesús sobre mis sesiones individuales de entrenamiento. ¡Habían sido divertidas! Como suelo hacer, empecé a escribir mis pensamientos, al tiempo que le agradecía. Estaba sumamente agradecida por la posibilidad que había tenido de bajar un cambio y pasar más tiempo con Él. Estudiar la Biblia con total libertad, sin estar presionada por otras obligaciones había hecho que ese tiempo juntos más prolongado fuera más hermoso que nunca.

Mientras reflexionaba, Dios me habló sobre el tiempo que pasamos juntos y me enseñó que era como las sesiones individuales con mi entrenador del gimnasio. Me dijo: “Nuestro gimnasio te da clases individuales para el alma. Robustece los músculos de la fe, que te permiten tener mayor confianza en lo más profundo del corazón. Y esa confianza hace que crezca tu resistencia, de modo que lo que era difícil se vuelve más fácil”.

Mi decisión de ir al gimnasio fue como mi decisión de pasar tiempo con mi Padre Celestial. Cuando estamos juntos, la Palabra de Dios me hace ir más allá y me desafía en la misma medida que me estimula. Enton­ces se agrandan los músculos de mi fe y se fortalecen.

Durante mucho tiempo no supe que podía tener una relación tan íntima y maravillosa con el Creador del universo. ¿Por qué iba a detenerse a prestarme atención? ¿Qué tenía yo para ofrecerle a Él?

Pero empecé a escribir en un diario mis alabanzas a Dios y de pronto me di cuenta de que la poderosa presencia de Dios estaba conmigo. Mi lapicera arrancaba y las palabras brotaban de mi corazón. Tenían vida: ¡no eran solo tinta en una página!

Cuanto más escribía esas palabras de agradecimiento y volcaba en el papel las promesas de Dios, sintiendo cada una de ellas como personales, más se agrandaban mis músculos de la fe. Y al ponerme de pie, estaba lista para enfrentar cualquier cosa que se me presentara.

Esa experiencia me cambió la forma de ver a mi Padre Celestial. Entendí realmente que Él es bueno, amable y amoroso, mucho más de lo que había imaginado hasta entonces. Sentí que estaba complacido con mi alma cuando yo expresaba mi adoración por Él. Cuando volcaba en el papel mis temores, necesidades y sufrimientos ¡era como si Él estuviera allí mismo junto a mí! Por supuesto. Estaba y sigue estando.

Dios me asegura que nunca estoy sola. Está conmigo y dentro de mí. Me ve, me oye, me guía y me provee de todo lo que necesito (Salmo 23). Salmo 139:7–10 dice que nunca puedo huir de Su presencia. Su bondad y misericordia me seguirán todos los días de mi vida (Salmo 23:6).

He escrito todas estas promesas y cada una de ellas ha aumentado mi fe y me ha permi­tido enfrentar las dificultades de la vida. Pasar tiempo a solas con Dios, escribir en un diario mis pensamientos y Sus respuestas ha sido una experiencia fantástica.

Me encanta leer mis diarios anteriores. Tienen tantas pruebas del amor fiel de Dios y de Sus momentos perfectos, tantas oraciones respondidas, heridas cicatrizadas y necesidades cubiertas. Es innegable que Él me ama y me cuida.

Si todavía no lo está haciendo ¿por qué no empieza sus propias sesiones individuales con el Señor? ¡Son gratis! Y Él siempre está disponible. Tome una Biblia, papel y lapicera. Busque un lugar apartado y ponga un horario para encontrarse con el Señor. Nunca lamentará el tiempo que le dedique a esas sesiones. Y no pasará mucho tiempo hasta que sus músculos de la fe crezcan tanto que todos lo noten.

¡Vaya a la página 29s para comenzar su sesión gratuita hoy mismo!

Linda Cubbedge-Smith fue la Directora del equipo de comunicación de Victorious Living, que presta servicio comunitario para las cárceles, desde 2014 hasta junio de 2021. Actualmente está escribiendo un libro sobre la bondad de Dios y continúa siendo una apasionada por guiar a otros hacia Él.