He oído decir que lo que para unos es basura, para otros es un tesoro. Uno de mis pasatiempos preferidos es recorrer tiendas de caridad en busca de oportunidades. Los pasillos tienen cosas que algunos podrían considerar basura, pero que, por algún motivo, sus dueños anteriores prefirieron donar, en lugar de botarlas. Me encanta encontrar cosas que necesito o que sé que podría usar. Hace poco, buscando algún tesoro, encontré una guitarra vieja que juntaba polvo detrás de un mostrador. Inmediatamente me di cuenta de que era una Yamaha.

El color de la madera de una guitarra acústica puede ayudar a descubrir cuántos años tiene. Cuanto más antigua es la guitarra, más intenso es el color. Por el tinte oscuro, casi naranja de esta guitarra, me daba cuenta de que había visto muchas hojas del calendario y momentos duros. Parecía arruinada por el agua y tenía una rajadura grande en la parte superior. El cuello estaba arqueado y las cuerdas parecían embarradas. A pesar de las imperfecciones, decidí que esa vieja Yamaha necesitaba un hogar y algo de cariño y cuidados. Después de regatear un poco, la compré por $60. La caja en la que la llevé a casa se veía peor aún que la misma guitarra.

Le llevé mi nuevo tesoro a Bobby, mi luthier favorito. Es un maestro en la reparación de instrumentos. La examinó bien y sacudió la cabeza.

“Está mal ¿no?” le pregunté.

“No está bien”, me respondió. “Pero creo que la podemos arreglar para que por lo menos se pueda tocar”.

“Es lo único que quiero”. Me fui, sabiendo que la vieja guitarra estaba en buenas manos.

A las dos semanas, había finalizado la reparación. Estaba entusiasmado por ir a buscar mi tesoro restaurado.

Bobby tenía una enorme sonrisa en la cara cuando entré. “Pruébala y dime si está bien”.

Estaba más que satisfecho. Bobby le había devuelto la vida milagrosamente al viejo instrumento. Como si eso fuera poco, solo me cobró las cuerdas nuevas. ¡Si eso no es la gracia de Dios en acción…!

Mi “nueva” Yamaha tiene un sonido de una riqueza increíble y un propósito nuevo. Incluso la llevo a eventos en las cárceles y cuento esta historia durante mis presentaciones para animar a los que piensan que no es posible que una vida sea restaurada.

Muchas personas piensan que no hay esperanza; que no hay forma de que Dios los quiera o los utilice para nada bueno. Pero 1 Corintios 6:20 dice: “Fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios” (NVI).

Todos estamos en malas condiciones antes de que Dios nos “compre” mediante la sangre de Su precioso Hijo. Podemos sentirnos abatidos, dejados de lado y abandonados, casi sin esperanza, pero cuando ponemos nuestra fe en Jesús, quedamos en manos del mejor luthier. No importa de qué lugar oscuro vengamos, Él nos da una vida llena de sentido y propósito que nunca habríamos imaginado posible.

He sido testigo de esto cientos de veces en la vida de personas a las que he ministrado. He visto almas perdidas entregarse a Jesús detrás de los muros de la cárcel y a medida que pasan los años y entienden más y sus raíces en el Señor crecen en profundidad, también se hace más profundo su conocimiento y percepción. Se convierten en bellos instrumentos que Dios utiliza para enseñar y guiar a los presos más jóvenes que recién llegan de la calle.

Jesús nos advirtió que no íbamos a vivir sin dificultades, pero que todos podemos aferrarnos a la promesa de que Él nos restaurará y nos hará fuertes, firmes y estables por Su gracia (1 Pedro 5:10).

De vez en cuando llevo mi vieja Yamaha para arreglarle una fisura aquí y otra allá. Del mismo modo, a veces la vida me causa algún daño—y cuando eso pasa, le hago otra visita al pie de la cruz y oro para seguir siendo un instrumento útil a pesar de las heridas sufridas.

¿Necesita una restauración? No importa de quién fue la culpa ni cómo llegó al lugar donde está: a los ojos de Dios, usted no es basura. Para Él, su vida es valiosa. Si está dispuesto a poner todo lo que está dañado en manos del mejor luthier, Él va a ser fiel a Su promesa de dejarlo limpio y hacer de usted alguien nuevo y útil nuevamente (2 Timoteo 2:20–21).

 

Kenny Munds lleva la buena nueva del amor y el perdón de Dios a cárceles de Estados Unidos. Para conocer mejor su ministerio, visite kennymundsministry.org.