¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga?

Romanos 10:14 NTV

 

El equipo del ministerio Victorious Living estaba listo para la cena de beneficencia. Hacía meses que planeábamos nuestro evento anual, asegurándonos de revisar hasta el más mínimo detalle. Créame que solté un suspiro fuerte de alivio cuando terminé de repasar la lista de cosas para hacer…¡cinco minutos antes de empezar el evento!

Esa sensación de alivio se esfumó rápidamente cuando Joanna, la voluntaria encargada de la mesa de bebidas, se me acercó para preguntarme dónde estaban las tazas. Ocurre que…no teníamos ni una.

Se me revolvió el estómago cuando observé la fila de invitados que esperaban las bebidas.  Doce galones de té recién preparado y helado estaban colocados prolijamente en el mostrador, junto a un cubo lleno de hielo. Pero el té y el hielo no servían para nada si no había tazas.

Busqué al señor del catering y me enteré de que se había vuelto a la ciudad para buscar los elementos que había olvidado y regresaría en no menos de media hora. Mi preocupación fue en aumento. Ya estábamos atrasados y los voluntarios estaban sirviendo la comida. Con o sin tazas, tenía que empezar con lo programado.

Más o menos a los diez minutos de empezar mi mensaje de bienvenida, vi que el señor del catering cruzaba apurado el salón con tazas en las manos. Fin de la crisis por la bebida. Nadie iba a tener que tragar la comida en seco en este evento.

Al día siguiente, le agradecí a Dios por Su provisión. A pesar del tropiezo, nuestro evento había tenido un éxito increíble y conseguimos muchos socios para el ministerio. Mientras oraba, recordé la cola de invitados con sed: personas paradas con las manos vacías a un lado de la mesa y todas esas jarras de té del otro lado.

Pensé en la ironía de la situación. Teníamos una enorme cantidad de té (endulzado, por supuesto) para nuestros invitados. Incluso teníamos la canilla del fregadero con un suministro ilimitado de agua. Sin embargo, nuestros invitados tenían sed. No podían tener una gota de líquido refrescante porque no había tazas. Hasta esa noche, nunca había pensado en la importancia de un simple recipiente. Sentí que estaba por percibir una analogía espiritual. Y me vino a la mente.

Vi en mi mente una larga fila de gente cansada y angustiada. Tenían sed y necesitaban desesperadamente tomar algo fresco. Muchos estaban a punto de desmayarse y hasta de dejar de luchar por su vida.

Y luego vi un manantial brillante y copioso de agua. Era Jesús. Y su provisión era ilimitada y todas las personas del mundo podían tenerla (Juan 3:15). El Agua Viva estaba dispuesta a calmar la sed de todas las personas y reanimar a las almas agobiadas (Juan 4:13–15; 7:27–39).

Jesús era a quien necesitaban estas personas para tener una vida con un propósito aquí en la tierra (Juan 10:10). También era su garantía de tener vida eterna en el cielo (Juan 3:16). Jesús daba respuesta a sus preguntas, la esperanza del futuro de los hombres, paz para la mente, amor incondicional y gozo eterno. Ofrecía aceptación, perdón y salvación.

Pero las personas que estaban en la fila se alejaban con las manos vacías. Tal como ocurrió en mi evento, no había recipientes para servirles el Agua Viva que calmaba la sed.

De pronto me quedó claro que tal como necesitaba tazas para servirles bebidas a mis invitados, Dios también necesita “tazas”. Necesita cántaros para llevar Su mensaje de salvación, ser Sus brazos llenos de amor, demostrar al mundo Su poder para transformar vidas. Usted y yo somos esos recipientes.

Muchísimas personas agobiadas necesitan desesperadamente a Jesús, y se acercan a la mesa. Tienen sed de algo distinto de lo que el mundo tiene para ofrecer. Necesita el Agua Viva de Dios y la necesitan ya, antes de perder la esperanza.

Como creyentes, usted y yo tenemos el privilegio y la obligación de servirle al mundo el Agua Viva de Dios. Si no lo hacemos ¿cómo la van a conseguir? ¿Cómo se van a enterar, siquiera, de que existe? Según Romanos 10:14, si no somos recipientes vivos y bien predispuestos, ellos no podrán ni van a conseguirlo.

Vamos a pedirle a Dios que nos abra los ojos para ver a los sedientos. Nos cruzamos con ellos todos los días. Vamos a pedirle también el valor para servir a esas personas el Agua Viva de Dios con amor, mediante nuestras palabras y acciones. Tenemos lo que necesita este mundo; Él vive en nosotros. No podemos guardárnoslo para nosotros mismos.

 

KRISTI OVERTON JOHNSON estimula y da herramientas a las personas para que logren la victoria mediante sus historias, conferencias y el ministerio carcelario. Para más información, visite kojministries.org.