Hace unos meses pasé varios días con mi querida mamá en el hospital. Fue un privilegio servir a alguien que ha sacrificado tanto por mí. Al observarla los primeros días, recordé cómo a veces tenemos que atravesar experiencias dolorosas para llegar al destino deseado.

Durante años, mamá había soportado un terrible dolor de columna. Seguía y seguía, hasta que no pudo más. Todos sabían que ya era hora de que se operara. Buscó el asesoramiento de expertos y tomó la decisión tras contar con toda la información. Luego se dirigió con coraje al quirófano, mientras papá y yo nos quedamos en la sala de espera.

Volvimos a reunirnos doce horas después. Apenas entramos nos dimos cuenta de que estaba sufriendo dolores horribles. Quería meterme en esa cama y ocupar su lugar, pero no podía. Nadie podía.

El dolor era intenso y tenía síntomas nuevos en distintos lugares. Y sentía tanto dolor, si no más, como antes de la cirugía.

Los nervios se estaban despertando y no estaban contentos. Después vino el dolor de estómago. Era inesperado y peor que el de la espalda. Los días que pasó en cama fueron una agonía. El dolor le hizo pensar que había cometido un error. No creía poder soportar los días siguientes. Deseaba poder volver todo atrás.

Pero mi perspectiva sobre la situación era otra. El doctor había dicho que la cirugía fue exitosa, por lo que estaba segura de que mamá estaría bien y que estos síntomas desaparecían en algún momento. No tenía duda de que pronto se sentiría y se movería mejor que en muchos años.

Pero también sabía que antes de sentirse mejor, tendría que soportar más molestias. Con ayuda de Dios, así fue.

Cuento esta historia porque sé que muchos de ustedes están pasando por esa etapa “de transición” en este momento. Tomó una decisión difícil para poder avanzar; midió las consecuencias, buscó consejos prudentes, dio el paso—y ahora se encuentra en un lugar oscuro, solitario e incómodo. El dolor es tan intenso que se está preguntando: “¡¿Qué diablos hice?!”. Algunos incluso están deseando poder volver a donde estaban antes.

Por favor, no deje que el dolor del momento le impida llegar a “eso mejor” que le aguarda. Siga aferrándose a Dios. Vendrán días mejores. ¿Pero cómo hace para seguir avanzando?

 

ELEVE LOS OJOS MÁS ALLÁ DEL DOLOR. Hasta las mejores decisiones de vida pueden provocar dolor y desafíos inesperados, pero eso no significa que no sean correctas. Pídale a Dios que le ayude a ver más allá de su situación actual y que le muestre hacia dónde va. Si se enfoca en su dolor, no tendrá el deseo de seguir.

 

ELEVE SU MIRADA AL SEÑOR. Dios es más grande que cualquier cosa que esté atravesando. Jesús es el nombre que está sobre todo nombre (Filipenses 2:9). Opte por engrandecer al Señor por encima de sus circunstancias, porque lo que usted engrandece es lo que tiene prioridad en su corazón y en su mente.

 

ReCUERDE QUIÉN ESTÁ CON USTED. Dios promete que nunca está solo en su travesía. El gran yo soy está con usted; Él no lo ha abandonado ni lo abandonará. Jamás. (Ver Deuteronomio 31:8.) Él camina a su lado hasta en el valle de la muerte.

Fíjese que el Salmo 23:4 dice que va a pasar por el valle, no que va a vivir allí. Dios lo va a sacar de la oscuridad en su momento perfecto. Él completará la obra que Él comenzó en su vida (Filipenses 1:6).

 

CONFÍE EN EL procesO. Llegar al destino deseado lleva tiempo y mucho trabajo. A veces parece que va en la dirección equivocada. Hasta puede llegar a doler. Confíe en el proceso y niéguese a volver atrás a pesar de lo difícil que se torne. No se aterre ni retroceda cuando enfrente dificultades ni cuando la vida se vuelva ardua. Solo puede llegar a destino si se mantiene en el camino. No hay atajos.

 

AFÉRRESE A LAS PROMESAS DE DIOS, ORE Y ACÉRQUESe. La Palabra de Dios nunca vuelve vacía a Él; sale y consigue lo que Dios dice que va a conseguir (Isaías 55:11). Repita con fe la Palabra por su vida. Ore. La oración ferviente de una persona justa da grandes resultados (Santiago 5:16).

Y, además, acérquese a Dios. Él promete que va a ser su consuelo, su paz, su sabiduría, su guía, su fortaleza, su gozo y quien lo sane. Cuando lo busque, Él se va a revelar de manera inequívoca (Santiago 4:8) y verterá sobre usted su bondad llena de amor y compasión (Salmo 145:9).

 

ReCUERDE ADÓNDE VA Y POR QUÉ. Usted tomó la decisión de avanzar por un motivo. Normalmente es porque no estaba donde tenía que estar. Anote ese motivo para no olvidar cómo eran las cosas antes, pero manténgase enfocado en el lugar hacia el que va también. Recuerde por qué desea estar allí. Que esa sea su motivación para seguir insistiendo.

 

NO DEJE QUE LAS EMOCIONES LE DICTEN EL PRÓXIMO PASO. En etapas plagadas de dolor aparecen muchos sentimientos. La desesperanza, el miedo, la duda y la confusión son apenas algunas de las nubes emocionales oscuras que intentarán apoderarse de usted y distorsionar su juicio. Le van a nublar la visión y tal vez piense que tomó la decisión equivocada. Capture esos pensamientos negativos antes de que ellos lo capturen a usted (2 Corintios 10:5).

El pueblo elegido de Dios experimentó momentos difíciles e inesperados en el desierto, y dejaron que el miedo los convenciera de que el plan de Dios era equivocado. Ahí estaban, a pasos apenas de la tierra prometida, rogando volver a la esclavitud y los trabajos forzados (Éxodo 16:3). ¡¿De verdad?!

Se quejaron, protestaron y dudaron totalmente de Dios—lo que derivó en una etapa “de transición” más larga, varados entre Egipto y su destino. Dios tenía preparado algo mucho mejor, si solo hubieran confiado en Él y hubieran seguido avanzando obedientemente.

Lo mismo es válido para usted. No sea de los que se vuelven atrás y se pierden. Tenga fe y siga adelante (Hebreos 10:39).

 

TOME UN DÍA A LA VEZ. Si piensa en cuánto le falta por recorrer, se verá abrumado por el miedo y la duda. En cambio, tome cada día como venga y recuerde: la gracia de Dios que le hizo sobrellevar el día de ayer le hará sobrellevar el día de hoy, el de mañana y todos los días que vengan. Su gracia es suficiente para cada desafío que enfrente durante el tiempo que deba enfrentarlo (2 Corintios 12:9).

Y en el camino celebre las victorias, tanto grandes como pequeñas. Agradezca el progreso a Dios.

 

VIVA RODEADO DE PERSONAS PRUDENTES. Es fundamental tener personas de confianza a su lado, que puedan ver el panorama más amplio y que lo van a alentar. También necesita gente que diga la verdad desde el amor. Escúchelos. A veces ellos pueden ver cosas que usted no.

 

Kristi Overton Johnson motiva a las personas y les da herramientas para que logren la victoria mediante sus historias, conferencias y el ministerio carcelario. Para más información, visite kojministries.org.