Me quedaban apenas unos meses de cárcel para cumplir mi condena a diez años, cuando un amigo me dijo: “No sé cómo lograste sobrellevar estos diez años, Danny”. Sin pensarlo, le dije: “Día a día, John”.

Si lo piensa, todos pasamos tiempo en algún lugar. La pregunta es: ¿qué hacemos cada día con el tiempo que nos han dado?

Hay dos cosas que hacemos todos, independientemente de quién sea cada uno. La primera, todos vivimos hasta que morimos y la segunda, cada día que vivimos tomamos decisiones. Por lo general las buenas decisiones llevan a tener buenos resultados y las malas, a malos resultados.

Debo admitir que cumplí con creces mi cuota de malas decisiones—pero eso no significa que tengo que seguir tomándolas. ¡De ninguna manera! Tuve que cumplir condenas en 12 cárceles federales y 5 de condado en 8 estados para entrar en razón, pero ahora mi objetivo es tomar las mejores decisiones que pueda.

Tengo más de 70 años y llevo 20 fuera de la cárcel, totalmente limpio. Creo que se podría decir que “aprendí una o dos cosas sobre una o dos cosas”.

La sociedad ha decidido que la encarcelación es una forma de castigo que va a disuadir a una persona de tomar las mismas malas decisiones dos veces. Pero ¿es así?

Hace poco les pedí a los hombres que participan en un estudio bíblico que enseño en una casa de rehabilitación que levantaran la mano si habían reincidido. Más de la mitad levantó la mano. Un hombre había entrado a la cárcel 11 veces. Pero dijo: “Esta es la última vez, porque encontré a Jesús”.

¡Recuérdelo!

¿Qué pasa con Jesús que puede evitar que alguien vuelva a la cárcel? ¿No debería alcanzar con la vergüenza, la culpa y las penurias económicas a las que sometimos a nuestras familias? ¿O vivir a muchas millas de todo lo que amamos? ¿O el vivir con miedo y estar mirando constantemente por encima del hombro?

A muchos, ninguna de esas cosas les impiden volver a las andadas y regresar a la cárcel. Pero Jesús puede cambiar las cosas. Gálatas 3:22 dice: “todos somos prisioneros del pecado, así que recibimos la promesa de libertad que Dios hizo únicamente por creer en Jesucristo” (NTV).

Hice las paces con Dios durante mis dos primeras semanas en la cárcel, cuando acepté a Jesús en mi vida. En ese momento supe que me había corregido. Seguro, todavía tenía que cumplir el resto de mi condena y evaluar ciertas nociones equivocadas, pero desde ese día y hasta hoy Jesús pasó todo el tiempo conmigo. Me ha ayudado a vencer todos los obstáculos que se me presentaron. Me ha dado Su fortaleza, sabiduría, paz y poder para enfrentar cada día.

¿Lo acompaña Jesús, o todavía trata de hacer todo a su manera? Sea lo que sea que está enfrentando ¿lo está haciendo con Él o por su cuenta?

Yo traté de llevar mi vida a mi manera. No funcionó. Pero cuando empecé a hacer las cosas a la manera de Dios, todo cambió. Él es el motivo por el que soy un ex convicto, un ex traficante, un ex adicto y un ex alcohólico.

Una vez vi un póster que decía: “Nunca seas prisionero de tu pasado. Fue solo una lección, no una cadena perpetua”. Con Jesús, puede librarse de su pasado para siempre. Su verdad y Su Espíritu pueden ponerlo en libertad (Juan 8:32; 2 Corintios 3:17).

Deje de hacer las cosas a su manera. Permítale a Jesús que cambie su corazón y su mente para que Él pueda cambiar su camino y su futuro. No tiene que volver a sus callejones sin salida. No tiene por qué ser un número más.

La vida se trata de tomar decisiones y la decisión más importante que pueda tomar jamás es pedirle a Jesús que sea su Señor y Salvador. Anímese, hágalo hoy mismo. Al hacerlo, Jesús entrará en su vida y lo acompañará mientras cumpla su condena.

 

DANNY R. COX recibió el llamado de Dios para ser evangelista mientras estaba en la cárcel. Ahora es un evangelista acreditado y capellán de un correccional y trabaja en el directorio de KOJ Ministries. Danny comparte su historia en iglesias y cárceles de todo el mundo. Su libro Adicto a una mentira se puede comprar en Amazon en inglés y español. Es el fundador de Prison2Preacher Ministries.