¿Alguna vez se preguntó cuál es el propósito de Dios para su vida? Según el diccionario Webster’s, la definición de propósito es “algo que se percibe como objeto o fin a conseguir”.

Yo necesito el propósito de Dios en mi vida. Jeremías 29:11 promete que Él tiene planes buenos para mí, y que tengo futuro y esperanza. Oí este versículo toda mi vida. Pero una cosa es oírlo y otra muy distinta es confiar en esa promesa.

Me cuesta saber cuál es el propósito de Dios para mi vida, especialmente cuando me caen problemas desde todos los frentes al mismo tiempo. Ahí es cuando tengo que acercarme a Dios. Solo Él puede ayudarme a esquivar esos dardos feroces. Si lo olvido, pierdo las esperanzas rápidamente y empiezo a cuestionar todo.

¿Estoy tomando las decisiones correctas?—me pregunto. ¿Todo el mundo está en mi contra? ¿Esto es lo que se espera que haga? ¿Estoy cumpliendo con la voluntad de Dios? ¿Lo defraudé? ¿Me está castigando? La presión se acumula y crece.

Pero después recuerdo Romanos 8:28: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que Él tiene para ellos” (NTV). Dios siempre está trabajando en todas las circunstancias juntas para el bien de Sus hijos.

Los salmos escritos por David me dan mucho consuelo. Es increíble que hasta un “hombre conforme al propio corazón de Dios” (Hechos 13:22) fuera resistido y a veces se sintiera desanimado. Eso me demuestra que yo puedo estar compenetrada con la voluntad de Dios para mi vida, buscándolo afanosamente y tener dificultades de todos modos.

David me enseña a luchar y superar el pesimismo durante los ataques. En el Salmo 57:2–3 dice: “Clamo al Dios Altísimo, a Dios, quien cumplirá su propósito para mí. Él mandará ayuda del cielo para rescatarme, y avergonzará a los que me persiguen. Mi Dios enviará su amor inagotable y su fidelidad” (NTV).

David estaba escondido en una cueva, escapando del rey Saúl, cuando escribió este Salmo. ¡El rey buscaba matarlo! Seguro que estaba confundido. Él había querido a ese hombre que ahora lo atacaba.

Entonces ¿qué hizo David para conservar la esperanza y no desanimarse? Se acercó a Dios mediante la oración. Recordó el amor y la fidelidad constante de Dios. David confió en la promesa de que Dios cumpliría Su propósito para su vida.

Tenemos que hacer lo mismo cuando nos atacan. Así salimos victoriosos de la batalla. Pero si lo olvidamos ¿cómo superamos el pesimismo y volvemos a estar bien con Dios? Aquí le dejo unas sugerencias que aprendí de David.

Ore. Clame a Dios. Dígale lo que necesita y déjele su situación a Él (Filipenses 4:6–8). La paz de Él le ganará a su desesperanza y lo hará seguir. ¡La oración es poderosa!

Lea Su Palabra. Cuando indagamos en las Escrituras, logramos mayor comprensión y percepción. La Biblia no es algo para leer y marcar como leída en una lista de cosas espirituales para hacer. Para nosotros es vida. Estúdiela a conciencia, con el corazón hambriento y encontrará las fuerzas que necesita para la batalla. (Ver Salmo 119:114; 2 Timoteo 3:16–17).

Rodéese de personas que tengan mucha fe. Dios nos diseñó para compartir la vida. Eclesiastés 4:10 dice que dos son más que uno porque “si caen, el uno levanta al otro” (NVI). Pídale a Dios que le envíe personas piadosas que lo apoyen y animen. Del mismo modo, sea esa persona para alguien más.

Confíe en Dios. Dios nunca lo dejará ni lo abandonará. Él no escatimó el máximo sacrificio—Jesús—por usted y Él le proveerá todo lo que necesite (Romanos 8:32). Para Él, ninguna batalla es demasiado difícil.

Dios cumplirá Su propósito para usted. La batalla que está lidiando no significa que usted haya fallado o que Él esté ausente. Haga lo que le dije antes y Él le enviará ayuda desde el cielo para rescatarlo.

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CARLA OWENS ama al Señor y busca conocerlo mejor todos los días. Trabaja como directora administrativa de Victorious Living.