A menudo menciono que para convertirse en campeón hay que empezar por verse a sí mismo como campeón. ¿Por qué no? Así es como lo ve Dios.

Pero experimentar la victoria depende de usted. Se necesita compromiso, valentía, determinación, sacrificio y entrega. Tiene que salir de su zona de confort y trabajar. Nadie más lo puede hacer por usted.

Para encaminarse a la victoria, es imprescindible tener en cuenta el entorno. Este es un ejemplo práctico de mi carrera en el esquí acuático. Después de terminar la escuela secundaria, me mudé de Carolina del Norte a Florida para poder entrenar en un clima más cálido todo el año.

Pero mudarme implicaba dejar el entorno que conocía. Ya no iba a tener a mis padres para entrenarme ni a mi hermano para conducir la lancha. Además, estaba dejando atrás nuestro reducto privado, el lago Kristi, que mis padres habían construido para mí. Era un lugar perfecto para entrenar. De todos modos, sabía que era un cambio necesario si quería entrenar con los mejores del mundo.

Así que con ayuda de mis padres busqué un sistema de apoyo adecuado en Florida. Encontré un entrenador de élite, que me sacaría de mi zona de confort y me aseguré de que su lago presentara todos los desafíos. Entrenar en condiciones fáciles con aguas calmas no me iba a ayudar a vencer a las mejores del mundo en los ríos revueltos del circuito profesional. Necesitaba un entrenamiento riguroso si quería subirme al podio del campeonato mundial.

También necesitaba rodearme de gente excepcional. Eso significaba encontrar compañeros de entrenamiento que me empujaran a mejorar las destrezas que tenía…¡y vaya si lo lograron! Esos cuatro muchachos no le hicieron las cosas nada fáciles a esta chica, y no habría querido que fuera de otro modo.

Durante años había entrenado con gente de mi nivel o más bajo y me había quedado estancada física y mentalmente. Necesitaba el empujoncito de un grupo nuevo y un sistema de entrenamiento nuevo. Esos deportistas de primer nivel eran justo lo que precisaba.

El desempeño de ellos era muchísimo mejor que el mío, lo que al principio fue intimidante. Pero cuando acepté el desafío descubrí que podía hacer mucho más, tanto en el agua como fuera de ella. Era hora de crecer como deportista.

Estos muchachos se entrenaban en condiciones increíblemente difíciles: con viento, lluvia y aguas turbulentas. Y se entrenaban igual de fuerte fuera del agua, en el gimnasio. Ver su compromiso, valor y éxito me llevó a salir de la rampa donde normalmente me habría quedado comiendo galletas Pop-Tarts.

Estar rodeada de tal grandeza encendió una chispa dentro de mí y comencé a copiar su manera de entrenar. Como resultado, me convertí en la esquiadora acuática número uno del ranking mundial y tuve desempeños similares a los de los mejores hombres.

Comento todo eso para explicar esto: para ser campeón, debe ponerse en un entorno que lo lleve a la grandeza. Y debe rodearse de ganadores: esto es válido para cada aspecto de su vida.

Uno se mimetiza con lo que lo rodea y con quienes lo rodean. Si usted anda con personas banales en lugares banales—por fuera o por dentro—también se va a volver una persona banal. “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33 NTV).

Pero a usted no lo crearon para ser una persona banal. Lo crearon a imagen de Dios Todopoderoso y Él no hace personas banales. Él hace campeones y nunca es demasiado tarde para llegar a ser campeón.

Jeremías 29:11 asegura que Dios tiene planes de victoria para usted, pero que los experimente o no depende en parte de su círculo de influencia.

El Rey David, un joven pastor que derrotó a un gigante y se convirtió en rey, tomaba decisiones todos los días respecto de su entorno. Sus decisiones lo llevaron al círculo de ganadores de Dios. Leamos el salmo 101 (NTV).

Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh Señor; te alabaré con canciones. Tendré cuidado de llevar una vida intachable; ¿cuándo vendrás a ayudarme? Viviré con integridad en mi propio hogar. Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos. Rechazaré las ideas perversas y me mantendré alejado de toda clase de mal. No toleraré a los que calumnian a sus vecinos; no soportaré la presunción ni el orgullo. Buscaré a personas fieles para que sean mis compañeros; solo a los que sean irreprochables se les permitirá servirme. No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa, y los mentirosos no permanecerán en mi presencia. Mi tarea diaria será descubrir a los perversos y liberar de sus garras a la ciudad del Señor.

En este salmo vemos que David alaba a Dios, pero además vemos las decisiones que tomaba todos los días para llevar la vida digna de un hijo de Dios. (Ver también Filipenses 1:27; 4:4–9). Si bien no era perfecto, David era un campeón, tanto en lugares públicos como privados.

A puertas cerradas, tomaba decisiones que le permitieran mantener la pureza de su corazón y de su mente. También cuidaba sus ojos (la puerta de entrada al alma) negándose a mirar cualquier cosa que fuera despreciable y vulgar. (Ver también Mateo 6:22–24). David se aseguraba de que su entorno le hiciera tener un modo de vida piadoso: la vida de un verdadero campeón.

Pero fíjese que además David se rodeaba de otros campeones. No se relacionaba en absoluto con personas que se manejaran en forma deshonesta con los demás y no toleraba a las personas orgullosas e hirientes. En cambio, buscaba gente leal e íntegra como compañeros y solo permitía que lo sirvieran personas de conducta irreprochable (de buena reputación).

David cuidaba su entorno y se mantenía lejos de gente mentirosa o falsa. Dejaba expuestas a las personas malas y las alejaba de su presencia y de la ciudad.

Como David, debemos ocuparnos de decidir cómo vivir y a quiénes queremos tener cerca.

Desde ya, usted podrá pensar: “Pero Kristi, hay personas malas a cada paso. No puedo hacer nada al respecto”. No se lo voy a discutir. El mal nos rodea. Puede que esté en la cárcel o en un lugar de trabajo donde ser creyente lo haga parte de la minoría. Eso no significa que deba perder la fe.

Pídale al Señor que le haga ver a qué personas piadosas y a qué otros lugares puede recurrir. Proverbios 3:6 dice que si busca la voluntad de Dios, Él le mostrará el camino a tomar. Él le enseñará qué hacer y de quién estar cerca. Él promete que lo va a ayudar.

Así como hay personas malas, también hay a su alrededor personas piadosas decididas a vivir de manera irreprochable. Tienen total integridad y buena reputación. Tienen toda la intención de cambiar y han asumido el compromiso de acrecentar su fe. Búsquelas y únase a ellas.

Al hacerlo, aporte algo al grupo. No se conforme con recibir; dé algo de lo que tiene. Aporte entusiasmo, disposición, integridad, compromiso y lealtad. Estoy segura de que cuando yo entrenaba, mi voluntad de aprender, mi mejoría constante y la lealtad a mis mentores también fueron estímulos para que ellos, asimismo, mejoraran su nivel en el agua.

Tómese un instante para evaluar su grupo de compañeros. ¿Quiere convertirse en las personas que ve a su alrededor? Si no es así, es el momento de hacer un cambio.

¿Qué tal su entorno? Los lugares en los que pasa el tiempo y las personas con las que pasa el tiempo ¿van a encender la chispa de campeón en usted y a llevarlo a la victoria? ¿O van a hacer que se quede estancado y empujarlo a la derrota?

Su entorno y sus compañeros son vitales para tener éxito, especialmente para quienes se reintegran a la sociedad. La victoria no se da porque sí, tiene que planificarla. Tómese tiempo para pensar dónde debe vivir y con quién. Ore y pídale a Dios que guíe sus pasos.

Con Su ayuda, el entorno adecuado y un buen sistema de apoyo, la victoria será suya.

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Kristi Overton Johnson motiva a las personas y les da herramientas para que logren la victoria mediante sus historias, conferencias y el ministerio carcelario. Para más información, visite kojministries.org.