Incluso aquellos con la fe más firme se cansan de ser fuertes. Incluso los resignados a sufrir a la larga se agotan de resistir.

Usted ha orado todas las oraciones posibles, ha puesto sus circunstancias en manos de Dios, y ahora confía en que Él hará Su parte. Cree plenamente que el Señor recompensará su fe mientras espera.

Entonces, ¿por qué los demás parecen seguir adelante y prosperar en sus vidas mientras que la suya luce suspendida? Ha hecho todo lo posible por esperar con paciencia, pero el cambio no está a la vista.

Este lugar de esperanza ajada es el campo de juegos del enemigo. Sus susurros se cuelan entre la verdad a la que usted se aferra y las circunstancias que lo rodean. “Es una tontería seguir aguardando”, murmura. “Estás perdiendo el tiempo. Lo que pides es demasiado difícil. Ya pasó tu momento. Ese sueño no es para ti. Ríndete”.

Si se siente tentado a desanimarse, déjeme decirle que no es el único. La Palabra de Dios habla de esto y nos indica cómo restablecer nuestra ancla cuando flaquea la esperanza. Aquí hay cinco verdades a recordar cuando sienta que pierde las fuerzas.

Siempre hay un “pero Dios”. El Salmo 73:26 indica: “Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna” (NVI).

Pero Dios son dos de las palabras más fuertes de las Escrituras. Señalan Su soberanía sobre las circunstancias y la perfección de Su momento. Dios, no la situación, tiene la última palabra. Incluso cuando parezca que han fracasado sus oraciones, usted puede confiar en que hay un pero Dios aguardando entre bastidores.

Confíe en la bondad de Dios hacia usted. El salmista dijo: “Yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes” (Salmo 27:13 NTV).

Cuando sucumban sus fuerzas, recuerde la bondad de Dios. No importa el resultado, la bondad de Dios es suya. No importa cuánto espere, la bondad de Dios está con usted. Incluso si el cambio nunca llega, la bondad de Dios llevará vida adonde se encuentre.

No deje de orar. A Dios no le sorprende nuestra tendencia a desalentarnos durante una larga espera. Por eso, en Lucas 18:1, Jesús insta a sus discípulos a “orar y nunca darse por vencidos” (NTV).

Les contó la historia de una viuda que insistía de manera molesta en pedir la justicia de un juez indiferente. Ese hombre ignoró a la mujer todo lo que pudo, pero ella continuó importunándolo hasta que finalmente obtuvo lo que quería.

Entonces Jesús señaló que Dios, el Padre que ama sin descanso, no es como ese hombre injusto. Dios se deleita en dar justicia a su pueblo simplemente porque se la pide (Lucas 18:7).

Con Dios, las oraciones nunca son demasiadas. No se harta de nosotros. Solo siga orando y no se desanime.

Dios nos está preparando para la eternidad. “Nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios 4:16–17 NTV).

Aunque ninguno de nosotros desea el sufrimiento y oramos para evitarlo, Dios lo utiliza como preparación para la perpetuidad. El apóstol Pablo fue objeto de una intensa persecución, pero sabía que Dios nunca desperdicia el padecimiento. Le sirve para moldearnos para una eternidad sin igual.

Deje que el dolor del anhelo lo lleve hacia Dios, sabiendo que la eternidad junto a Él supera con creces cualquier pena que experimente aquí.

Fije la mirada en Jesús. Es fácil desanimarse cuando uno solo ve las circunstancias y las personas que lo rodean. La cosa es que esta carrera no es de los demás, sino suya. Y usted no tiene idea de lo que Dios le ha puesto en el carril.

Hebreos 12:1–3 nos dice que corramos con perseverancia, fijando la mirada en Jesús. De lo contrario, nos cansamos y perdemos el ímpetu. Aférrese a Jesús cuando haya esperado mucho más allá del plazo que se haya puesto para un cambio. Él no solo da esperanza. Él es esperanza.

No importa lo que se enfrente, combata, sortee o aguarde, “Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia” (Salmo 27:14 NTV).

 

LISA APPELO es una oradora, escritora y maestra de la Biblia que inspira a las mujeres para que profundicen su fe en medio de la pena y hallen la esperanza en la dificultad. Abogada litigante en el pasado, ahora llena sus días con la crianza de siete hijos, el ministerio, la escritura, sus charlas y correr lo suficiente para justificar todo el chocolate negro que consume. Encuentre aliento para la fe, el dolor y la esperanza en LisaAppelo.com.