Soy una de esas raras personas a las que les gusta actuar bajo presión. El único problema que tiene eso es que a menudo baso lo que valgo en mi desempeño, sobre todo si se trata de mi relación con Dios. Es difícil para mí recordar que Él no me ama por lo que hago o dejo de hacer. Simplemente me ama.

Ha tenido que recordármelo muchas veces. “Kristi”, ha dicho, “ya tienes Mi amor y favor; no tienes que ganártelos. Son tuyos solo porque eres Mía. Tú eres Mi hija. Lo único que quiero es tu amor. No te preocupes por hacer cosas por Mí o hacer que las cosas sucedan. Yo te apoyo; solo mantén tu cercanía, pureza y confianza”.

Cercanía. Pureza. Confianza.

Estas son tres condiciones cruciales, y me he dado cuenta de que, como seguidora de Jesucristo, debo comprometerme a diario a mantener mi cercanía, pureza y confianza si quiero llevar una vida victoriosa. Usted tendrá que hacer lo mismo. A continuación, le explico cómo buscar con éxito estos atributos en su vida.

Mantener la cercanía con Dios requiere el reconocimiento diario de quién es Él. Nos acercamos leyendo la Palabra de Dios, meditando sobre Sus verdades, y confiando en Él y en Sus promesas (Filipenses 4:6–7). También hacemos esto hablando con Él sobre lo que está sucediendo en nuestras vidas. Formar hermandad con otros creyentes también ayuda.

Nos acercamos cuando nos apoyamos sobre Dios y descansamos en Él. Me gusta imaginarme recostándome en Él como hace un niño con alguien que ama y en quien confía. Así es como Dios quiere que vayamos a Él. Nos invita a agarrarnos, subirnos a Su regazo, acurrucarnos y descansar nuestras cabezas en Su pecho.

Claro, eso puede ser difícil de visualizar para algunos, especialmente si nunca ha tenido el regazo amoroso de un padre para subirse o un lugar seguro para descansar la cabeza. Teme que Dios lo rechace o lo lastime como lo ha hecho la gente. Pero Él no lo hará.

Su Padre celestial lo está llamando a usted: “Acércate, hijo Mío. No tengas miedo”. Él lo invita a acercarse con valentía a Su trono de gracia, donde recibirá la ayuda que necesita (Hebreos 4:16).

A diferencia de las personas, Dios no lo rechazará ni lo regañará ni señalará sus fracasos. Su trono es de gracia, no de condena, odio, ira o reprimenda. El Señor brinda un lugar seguro, y Sus brazos están abiertos de par en par, listos para recibirlo a usted.

“Acérquense a mí”, dice, “y yo me acercaré a ustedes” (Santiago 4:8). Esa es Su promesa para usted. ¿Qué se lo impide?

Mantener la pureza también es una decisión diaria. Nos mantenemos puros conservando limpios nuestros pensamientos y en línea con los de Dios, y absteniéndonos de complacer las pasiones de nuestra carne (Filipenses 4:8). No podemos vivir con un pie en la Palabra y otro en el mundo.

No será fácil, pero Dios lo ayudará. Cuanto más se acerque al Señor, más fuerza tendrá para mantenerse puro y preservado para Él. En Su fuerza, usted puede alejarse de las cosas contaminantes de este mundo y andar con integridad. Estudiar Su Palabra y caminar en la obediencia también lo mantendrá puro (Salmo 119:11). Los de corazón limpio ven a Dios (Mateo 5:8), oyen Su voz y reciben Sus bendiciones.

Finalmente, está el asunto de tener confianza en quién es Dios y quién es usted en Él. Usted es un hijo de Dios. Ha sido creado a Su imagen; y Dios no hace cosas inservibles. Aprenda a confiar en Él y resístase a que lo confunda lo que ve u oye.

No olvide nunca que el Dios que hay en usted es más grande que la maldad de este mundo (1 Juan 4:4). Él ha prometido estar con usted y fortalecerlo, ayudarlo y sostenerlo (Isaías 41:10). Puede caminar con la cabeza erguida, Él lo dice (Levítico 26:13).

Si usted está en Cristo, ningún hombre, ninguna circunstancia, ningún poder del infierno puede derrotarlo (Romanos 8:31–39). Esa es una promesa a la que puede aferrarse.