Hace poco conversé con algunos jóvenes de una escuela secundaria local sobre cómo Dios puede tomar el dolor de nuestras vidas y usarlo para el bien. Tomé de la Biblia el ejemplo de José, que se encuentra en los capítulos 37 al 50 del Génesis.

También comenté cómo Dios a menudo nos lleva a través de un proceso en el que se nos quebranta y despoja para que podamos encontrar la plenitud y experimentar nuestro destino. Es algo que yo mismo he tenido que soportar.

Después, fui a almorzar y me senté al lado de un muchacho que me dijo que le gustaba la historia de José.

“Es interesante pensar que Dios pueda tomar las cosas horribles del pasado y usarlas para el bien”, dijo. “Pero la verdad, me cuesta creerlo. He perdido todo. Mi mamá falleció; mi tía, también recientemente; y hace poco dejé mi pandilla. Además, iba caminando a casa con un amigo cuando un miembro de una pandilla rival que no sabía que me había retirado me disparó. Mi amigo saltó delante de mí, recibió la bala, y ahora está muerto. ¿Cómo va a hacer Dios algo bueno con eso?”.

A este joven también le inquietaba la idea de que Dios había puesto todas esas tragedias en su vida. Le expliqué que Dios no se había llevado a su madre, su tía o su amigo, sino que lo había hecho Satanás. Le hablé de él, el verdadero enemigo, el que quería robarle y destruir su vida. Ese era el causante de esas cosas, señalé.

Entonces dije algo que lo sorprendió: “¿Sabes qué? Dios quiere que te vengues de lo que pasó”. Pensó que hablaba de conseguir un arma e ir tras quien le había hecho daño. Por supuesto que no me refería a eso. Estaba hablando de vengarse de Satanás.

Efesios 6:12 (NTV) nos dice: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales”.

“Es hora de hacer que Satanás pague por lo que ha hecho”, dije.

El joven estaba confundido. Así que seguí explicándose. “Tu deseo de entregar tu dolor a Dios genera venganza contra Satanás. Perdonar a tu agresor también te venga. Lo mismo pasa si usas tu dolor para ayudar a los demás. ¡Cada vida que tocas para Dios, cada persona a la que ayudas es un golpe a Satanás porque es alguien menos sobre quien puede influir!”.

¿Alguna vez ha pensado usted vengarse de Satanás por el dolor que ha sufrido? Es cierto: usted puede hacerlo pagar por las cosas que pone en su vida cuando cumple la voluntad de Dios al llevar a otros hasta Él.

Escuchemos lo que dijo José a sus hermanos: “Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas” (Génesis 50:20 NTV).

José le dio a Satanás un gran golpe al negarse a caer en el juego de la culpa o asumir una mentalidad de víctima. También lo hirió al negarse a vengarse de sus hermanos, para lo cual, como segundo al mando en Egipto, tenía el poder de hacer.

Sé que es difícil no querer vengarse de una persona de manera natural. Pero tomar el asunto en sus manos solo les causará más dolor a usted y sus seres queridos, y retrasará el que Dios pueda hacer que todas esas cosas dolorosas cooperen para su bien (Romanos 8:28).

Dios quiere darle un propósito a su dolor. Y esa es la mejor venganza que puede haber.