Paz y tranquilidad internas. Si usted es como yo, soltó un gran suspiro y pensó: “¿No sería maravilloso tenerlas?”. Bueno, aunque le cueste creerlo, son alcanzables.
Leí el artículo de Kristi en la página 10s de este número, y guau, cómo me identifico. Todo ese ruido interno y confusión…Durante la mayor parte de mi vida, reprimí lo que sentía adormeciéndolo con sustancias e intentando reemplazarlo con desempeño laboral. No comprendía nada ni tenía orientación para manejar esas sensaciones a menudo abrumadoras.
Las emociones son nuestras constantes compañeras. Son parte integral de nuestra existencia humana. Algunas son agradables y otras no, pero todas añaden vitalidad a nuestras experiencias de vida, dan forma a nuestros vínculos e influyen sobre nuestras decisiones. Comprender y aceptar nuestras emociones es vital para llevar una vida saludable. De lo contrario, siempre estamos en un profundo pozo de inquietud, confusión y miedo.
Con frecuencia el mundo nos anima a reprimir o ignorar lo que sentimos diciéndonos que finjamos indiferencia ante cualquier emoción, ya sea placentera o dolorosa. ¿No es eso agotador?
La libertad y sanación verdaderas provienen de enfrentar y aceptar nuestras emociones. Hacerlo conduce a una vida más auténtica y satisfactoria, y rompe el círculo vicioso de negar, ocultar, reprimir y suprimir lo que sentimos.
Juan 10:10 nos dice que el diablo viene a robarnos, matarnos y destruirnos. El enemigo nos atormenta con nuestras emociones engañándonos para que creamos que no podemos hacer nada, que somos víctimas sin poder. ¿Por qué? Para que no vivamos a la luz de nuestras verdaderas identidades como hijos de Dios libres y sanados.
El Señor nos dio emociones, la capacidad de sentir, para ayudarnos a andar por la vida. Las emociones son señales de nuestro ser interior, como las luces de advertencia de los tableros de automóvil. Nos dan una imagen de lo que tenemos por dentro y expresan nuestra profundidad. Ignorar o suprimir estas indicaciones puede provocarnos un adormecimiento emocional, estrés y enfermedades físicas. Reconocerlas, aceptarlas y procesarlas nos conduce a la libertad y la curación.
He encontrado cinco dinámicas o prácticas que hacen que este camino hacia la plenitud sea alcanzable:
- Identifique. Nombre la emoción cuando aparezca. ¿Es ira, tristeza, miedo, alegría o algo más profundo? Identificar saca la emoción a la luz y la aclara, lo que la hace menos abrumadora.
- Permita que la emoción esté presente. Reconozca y deje que lo que siente exista sin juzgarlo, eliminarlo o transformarlo. Recuerde, las emociones son una parte natural de la experiencia humana. Les indican a usted y los demás que sucede algo en nuestro interior.
- Busque maneras saludables de expresar sus emociones. La emoción es energía en movimiento; ya sea positiva o negativa, esa energía debe ir a alguna parte. Las formas saludables de liberar sus emociones incluyen hablar con un amigo de confianza, escribir un diario, crear algo artístico o realizar actividades físicas.
- Piense sobre lo que la emoción le está diciendo. ¿Cuál es su raíz? ¿Qué la desencadenó? La reflexión conduce a la conciencia de uno mismo y una comprensión más profunda de nuestros patrones y conductas.
- Invite a Dios a este espacio. Abra su corazón ante Él en oración y busque Su consuelo y guía. El Señor se interesa en usted de un modo profundo y desea acompañarlo en su viaje emocional. 1 Pedro 5:7 dice: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” (NTV).
Las emociones no son obstáculos que superar. Son parte esencial de su experiencia humana. Honramos a Dios, y cómo nos diseñó y creó al darles cabida, reconocerlas y aceptarlas. Hacerlo también nos permite recibir una mayor medida de Su gracia, lo que nos abre el camino hacia una vida más auténtica, resiliente y satisfactoria.
Este proceso no será fácil. Requiere valentía, franqueza, permitirse ser vulnerable y disposición para enfrentar verdades incómodas. Pero al celebrar la experiencia y hacer lo necesario, al final descubrirá la libertad y sanación que Jesucristo le proporcionó al dar Su vida (Isaías 53:5–6).
SHERIDAN CORREA es consejera bíblica y tiene estudios sobre la atención integral basada en el trauma. Está casada, es mamá de dos adolescentes, cantante y una corredora entusiasta, cuya vida Jesús ha cambiado radicalmente. Es la directora de contenidos de VL.