El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra…. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil…. Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.

Isaías 40:28–31

Pensar en nuestro ministerio y todos los voluntarios que responden cartas de presos como parte de su devoción a Jesucristo me llena el alma. Casi todo nuestro equipo de comunicación está compuesto por adultos mayores que comparten la buena nueva de que Dios los ama y no los ha olvidado. Les dan palabras de aliento a hombres y mujeres que están en la cárcel y les cuentan cómo el haber confiado en el Señor Jesús les permitió sobrellevar sus propias circunstancias complicadas.

Esta ha sido una época muy complicada, ya que nuestro país ha debido hacer frente a la pandemia por la COVID-19. ¿Quién habría podido imaginar que nuestro país podía “bajar la persiana” por un virus peligroso? Agradezco que nuestro ministerio aún puede atravesar las paredes de las cárceles mediante esta revista y las devociones y correspondencia que intercambiamos con los presos que nos escriben.

Todos tenemos dificultades, no importa dónde vivamos e independientemente de nuestra fe. No conozco la historia de todos los voluntarios que escriben, pero sí sé que muchos han tenido que enfrentar tragedias y tristezas increíbles; cosas que han puesto a prueba su fe.

Un integrante del equipo perdió un hijo adulto y casado, que fue atropellado por un conductor ebrio. Uno sufrió la muerte de su hijo de cuatro años por un tumor en el cerebro. Otro perdió a quien fue su cónyuge durante 43 años, que falleció de cáncer cerebral.

Otra perdió a su amado hijito y luego intentó suicidarse a causa del dolor. Por suerte no lo logró. Dios la ayudó a tolerar el dolor y ahora llega a muchas almas, para que se acerquen al reino de Dios.

Un integrante muy activo tiene cáncer y continúa batallando. Otra se sobrepuso a los abusos de su esposo y a abusos sexuales que sufrió en su niñez. Una pasa todos los días orando por sus hijos e hijas que sirven a nuestro país en regiones muy hostiles.

Toda esta gente maravillosa tuvo que tomar la decisión de confiar en Dios. Estos hombres y mujeres han elegido creer que Dios es quien Él dice ser y que hará lo que Él dice que puede hacer. Y ellos han descubierto la verdad del Salmo 146:6, que dice “Él cumple todas sus promesas para siempre” (NTV).

Yo también debí enfrentar momentos difíciles. Es solamente porque creo que Dios, el Creador del cielo y la tierra, es confiable que puedo seguir adelante. Aprender a confiar en Él es un proceso y una elección. En lugar de concentrarme en mis circunstancias, debo meditar la palabra de Dios, sus promesas y su verdad. Dejo que invadan mi mente para quitarme los miedos y la ansiedad por la incertidumbre de las situaciones que enfrento. El río de su paz inunda mi alma y sé que a su debido tiempo, todo va a estar bien.

Mi mamá me decía esas palabras cuando yo estaba atravesando momentos difíciles. Me decía, como solo una madre puede hacerlo: “Linda, todo va a estar bien.” Y gracias al Señor, siempre ocurría así. Tal como mi mamá me decía a mí, quiero recordarles que todo va a estar bien para usted también.

Independientemente del desafío—sea que haya perdido un ser amado, lo hayan lastimado física o psíquicamente, de pronto esté en bancarrota o esté encerrado y solo—todo va a estar bien. ¡No se entregue! Levante la mirada. Mantenga los ojos enfocados en Cristo. Deje que le infunda su fortaleza.

¿Por qué? Porque se puede confiar en Dios.