Mi tío es el propietario de una gasolinera desde que tengo memoria. Cuando era adolescente, la llamaba “la gasolinera mágica” porque podía ir en mi auto y sin decir una palabra, alguien salía para cargarme gasolina y la mayoría de las veces, me traía una Pepsi y también un snack. Saludaba rápidamente con la mano al empleado y me iba sin pagar un centavo.

No, no estaba robando. Mi papá tenía cuenta en la gasolinera de mi tío y todos sabían que tenían que poner mis gastos en ella. Después le mandaban la cuenta a papi a fin de mes y él la pagaba. ¡Esos sí que eran buenos tiempos!

Hoy que soy adulta, desearía tener una gasolinera mágica. Ahora que tengo que cargar la gasolina y pagar la cuenta yo misma, realmente aprecio haber sido bendecida con aquella situación. Hace poco, recordando la amabilidad de mi papá al pagar mis cuentas, surgió un pensamiento en mi espíritu. De pronto comprendí que Dios había hecho lo mismo por mí, pero en una medida mucho mayor.

Dios envió a Su Hijo Jesús a pagar la deuda por mi pecado. “Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo” (2 Corintios 5:21 NTV). También lo hizo por usted. Juan 3:16 dice: “Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida” (NTV).

Piense un minuto en eso. Jesús, que nunca había pecado y no tenía deudas, cargó voluntariamente con nuestros pecados y las deudas que teníamos. Mientras que el pago de mi deuda de gasolina solo le costó a mi papá dinero de su cuenta corriente, la deuda de nuestros pecados le costó a nuestro Padre Celestial la vida de Su único Hijo. Y a Jesús, le costó la vida.

Colosenses 2:14 dice: “Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz” (NTV).

Todos tenemos una deuda para saldar. Romanos 3:23 dice: “Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios” (NTV). Esta deuda por los pecados tiene un costo alto: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23 NTV). Jesús ofreció Su vida por usted y por mí para saldar la deuda que no podíamos pagar. Él tomó nuestros pecados y los puso en Su cuenta y al hacerlo, nuestras cuentas quedaron en cero. Y lo único que tenemos que hacer para recibir este regalo del perdón y la vida eterna es creer en Jesús.

Me maravilla el plan de Dios para la redención de la humanidad. Él sabía desde el principio que íbamos a pecar; sin embargo, estaba dispuesto a enviar a Su único Hijo a morir por nosotros. Las muestras de bondad de mi padre terrenal palidecen en comparación con el amor demostrado por mi Padre Celestial.

Puede que no haya tenido una gasolinera mágica cuando era joven o un padre que le pagara la cuenta, pero independientemente de quien es, ¡Dios puede darle la seguridad de que la deuda por sus pecados ya está saldada para siempre! A diferencia de la factura de la gasolinera que había que pagar todos los meses, la deuda por sus pecados pasados, presentes y futuros ya está saldada de manera definitiva. Solo la sangre de Jesús podía darnos un regalo tan milagroso a usted y a mí.

Encuentre paz en esta verdad, recibiendo hoy de Dios este regalo de perdón y salvación.