La visión de Dios tiene un momento definido
por Kory Gordon

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia habla una y otra vez de sueños y visiones como forma de comunicación entre Dios y el hombre. Cuando leo esos versículos, me viene a la mente uno de esos encuentros.
Me sucedió a los 19 años, en una pequeña cárcel de condado en Georgia del Sur. Mientras estaba allí tuve un sueño impactante. Me vi en esa misma celda de la cárcel, usando el mismo uniforme naranja. Pero en mi sueño, estaba muerto en el piso.
De pronto, se abrió violentamente la puerta de la celda y entró una luz brillante. Me levantaban del piso y me llevaban al pasillo lleno de luz. Al mirarme vi que ya no tenía el uniforme naranja, sino uno de militar y mi pecho estaba cubierto de medallas de honor.
Podía sentir la presencia palpable de Dios empujándome, persuadiéndome para que avanzara por el pasillo entre las celdas. Al hacerlo, cada puerta se abría bruscamente y de las celdas salían hombres muertos. Dios transformaba a cada uno en un haz de luz.
Cuando llegué al final del pasillo, oí que una voz celestial me decía: “Te he dado el ministerio de Juan el Bautista”. Es la misión de llevar a las personas al arrepentimiento en el Señor Jesucristo.
Tuve ese sueño en 2002. En ese momento, mi vida era muy oscura. El OxyContin y el Xanax me habían hundido en la adicción. Pero incluso entonces, sabía que Dios estaba detrás de esa visión. Me estaba mostrando cómo y dónde iba a intervenir en mi vida mucho antes de que sucediera.
Doce años más tarde, el 7 de marzo de 2014, esta visión empezó a materializarse en la cárcel del condado de Pinellas. En ese momento era un hombre muerto, que vivía en la desobediencia y el pecado (Efesios 2:1–2). Pero allí, la luz gloriosa de Dios inundó mi mundo oscuro y Su amor me sacó del lugar en el que había caído. Me quitó la mortaja y me vistió con Sus ropas de salvación. Y un día voy a recibir recompensas en el cielo.
Hace 8 años que el Señor me acercó a Su amor. Hoy soy un hombre libre. A principios de este año, mientras recorría cárceles con Victorious Living, vi cómo se materializaba más aún la visión de Dios. Ahí estaba yo, de pie frente a otros convictos, hablándoles de la bondad de Dios. Los hombres corrían al altar para arrepentirse de sus pecados, impacientes por acercarse a Jesús. Ahí estaban los hombres muertos que recobraban la vida cuando la Luz del Mundo puso fin a su oscuridad.
Durante una visita, me dieron la posibilidad de ingresar a un dormitorio e invitar a los hombres a nuestro servicio. Yo había estado recluido en el Correccional de Florida durante 11 años y nunca jamás vi a un ex convicto ingresar a los dormitorios. Sin embargo, ahí estaba yo, haciendo realidad la visión que me había mostrado Dios. Cuando los vi entrar de a uno en fila, supe que Dios había llevado a cabo Su voluntad para mi vida.
No puedo evitar identificarme con José (ver Génesis 37–50). Dios le dio una visión que le revelaba su futuro, pero durante muchos años sus circunstancias fueron poco prometedoras, tal como las mías. Pero eso no significaba que el sueño de Dios no era válido. Su visión para nuestra vida es para un momento determinado.
Habakkuk 2:3 dice: “Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá” (NVI). A veces, lleva muchos años hasta que Su visión se cumple.
Amigo, si ha recibido un sueño, una visión o promesa espiritual de Dios, confíe en que Él la hará realidad. A nuestros ojos, puede parecer que Él está procrastinando, pero el momento que Él decide y Su entendimiento de la situación son perfectos. Manténgase firme en su fe y espérelo con paciencia. Los pensamientos y los caminos de Dios son más elevados que los nuestros. Siempre actúa con puntualidad.

KORY GORDON pasó 11 años en la cárcel, donde le entregó su vida a Cristo. Ahora es un evangelista que comparte la Buena Nueva que le dio la libertad. En 2021, fundó Damascus Road, un programa de discipulado sin fines de lucro con albergue para combatir adicciones, reincidencias y la falta de hogar. Para más información, escriba a damascusroad2021@gmail.com